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domingo, 23 de febrero de 2014

¿Por qué me cuesta tanto hacer un ejercicio? Puntos importantes al hacer un ejercicio.



El entrenamiento es un aprendizaje progresivo que sigue reglas de adaptación. Según el nivel en el que se encuentra la persona y su objetivo se utilizan diferentes ejercicios; es importante fijarse donde tiene problemas la persona para realizarlos.

Esto es esencial para avanzar y no encontrarse con:

  • Lesiones.
  • Sobre esfuerzos.
  • Sobre entrenamiento.
  • Abandono de la actividad. Etc.


En un programa de entrenamiento, aquello que dificulta o impide hacer correctamente el ejercicio recibe el nombre de: eslabón débil; detectarlo permite hacer las correcciones necesarias para evitar el exceso de tensión y otros problemas:

Edad:

La persona es demasiado joven o mayor para el ejercicio, lo que condiciona su realización debido a tener más o menos: experiencia, coordinación, equilibrio, energía, fuerza, facilidad para lesionarse, etc.

Fuerza:

A medida que se avanza en el entrenamiento la fuerza aumenta y los ejercicios han de ser los adecuados en cada momento.

Si se tiembla, claudica, se ponen muecas o no se realiza un recorrido completo de movimiento, dejando caer la extremidad o el tronco, tal vez sea porque no se tiene suficiente fuerza.

La fuerza es fácil de valorar por la persona y su percepción será suficiente.

Grado de dificultad (no es lo mismo principiante que profesional):

Se refiere al grado de dificultad técnica del ejercicio.

Como sucede con la fuerza, el cuerpo va aprendiendo y adaptándose según avanza el programa de entrenamiento, por lo que el grado de dificultad de los ejercicios aumenta.

Algunas de las señales de hacer un ejercicio para el que no se está preparado, son: fatiga, mala coordinación, falta de fuerza o dificultad para comprender la técnica.

Diferenciación motora:

Según se crece el movimiento pasa de ser tosco (poco diferenciado) y reflejo a fluido y controlado; lo que ayuda a adquirir capacidades motoras como caminar o escribir.

El deportista diferencia el movimiento de unas zonas del cuerpo respecto a otras para adquirir precisión y realizar movimientos complejos mejorando su rendimiento.

Si el ejercicio se hace como un robot, sin diferenciar el movimiento entre segmentos corporales, se saca la lengua (como al aprender a escribir), etc. Puede ser demasiado para la persona, y es necesario, por ahora, bajar la exigencia con un ejercicio menos técnico.



Conciencia corporal (esquema corporal y lateralidad):

Conocer el lugar del espacio en el que se encuentra el cuerpo; saber su grado de tensión, su libertad de movimiento, su peso, etc. Permite realizar el ejercicio de forma segura y efectiva.

Si al hacer el ejercicio la persona se golpea y desequilibra en exceso, o confunde la derecha con la izquierda, puede que necesite mejorar su lateralidad, y, con ello, la conciencia adecuada de su cuerpo y la capacidad para coordinarse y orientarse. De la misma manera necesitará pasar a un ejercicio más básico en términos de desarrollo motor.

Comprensión del ejercicio:

Comprender el ejercicio es esencial; si no se comprende es necesario saber si hay un problema por parte de la persona entrenada, un problema de expresión del entrenador o de ambos a la vez.

El entrenador puede explicar el ejerció correctamente, pero, debido a tensiones en el esquema corporal, lo hace con dificultad o tensión; la persona imita esto antes que seguir la explicación verbal.

Si al entrenador se le repite el problema de comprensión con todos o la mayoría de las personas, es posible que se deba a una dificultad para comunicar el ejercicio.

Un problema de oído o de concentración puede ser la causa. El entrenador puede fijarse si la persona ladea la cabeza o cierra los ojos cuando se le explica el contenido del ejercicio, pidiendo que le repita lo dicho para ver si lo comprendió.

Cada persona, por su sistema sensorial prioritario, sexo, edad, entorno, experiencia, etc. Tiene lenguajes diferentes que es necesario captar para que se produzca una buena comunicación cuando se explica el ejercicio (ver Antiterapia), si no es así, se pueden dar problemas de comprensión del mismo.


Estabilidad y coordinación.



             
La estabilidad es la capacidad para mantenerse estable sobre una base que se mueve (incluyendo un entorno cambiante) mientras se realizan actividades compensatorias.

La estabilidad se encuentra influenciada por las fuerzas físicas que generan al mismo tiempo el cuerpo y el entorno.

Para esto es necesario un movimiento o actividad que lo compense, y sistemas que perciban los cambios y respondan a ellos con eficacia.

Estas percepciones y respuestas requieren coordinación y equilibrio, lo que lleva a contracciones musculares que mueven extremidades, pelvis, tronco y cabeza.

Todo deporte es especialmente exigente en este sentido, por ello la importancia de mejorar lo relacionado con la capacidad coordinadora.

Capacidades coordinativas en el aprendizaje, la actividad regular y la competición:

Aprendizaje:

Las capacidades coordinativas y su desarrollo sin tensión (ver Antiterapia), es la base de un buen aprendizaje sensorial y motor de la técnica, y es el sustrato de un buen desarrollo de la fuerza, por lo que han de ir antes o en paralelo al aprendizaje de otras disciplinas deportivas (cf. Gropler/Thiess, 1973, 513).

A su vez, determinan el grado de aprovechamiento del resto de condiciones físicas: fuerza, velocidad, flexibilidad y resistencia. Y facilitan la adaptación de las capacidades desarrolladas por la persona en otras actividades deportivas pudiendo ser aprovechado para la actividad en curso (surf, longboard, natación, atletismo, triatlón, etc.).

Por lo anterior, hace posible la adaptación del deportista de otra disciplina (futbol, rugby, baloncesto, patines, ciclismo, etc.) a los requerimientos y técnica de la actividad.

En definitiva, posibilita un mejor aprendizaje de la técnica y que el deportista alcance sus objetivos de aprendizaje, y, más tarde, de rendimiento.

Actividad regular y competición:

Las capacidades coordinativas ayudan a resolver situaciones inesperadas de forma rápida y sin perder el objetivo de vista (golpes de ola, cambios en la dirección de la bola, baches, etc.).

Permiten que el deportista no se descomponga ante un estímulo y que la respuesta sea acorde con sus objetivos.


Cuanto mejor sea la capacidad de coordinación menor será la tensión con la que el deportista responde a los estímulos y por lo tanto el gasto de energía y el número de lesiones también serán menores.

Su velocidad de respuesta además de económica será rápida; esencial a la hora de arrancarle un segundo a la inestabilidad del terreno, y, en general, al entorno.

¿De qué depende la coordinación?

Hasta la fecha no se dispone de estudios que hablen de manera definitiva sobre el tipo de componentes de la coordinación, ni la relación exacta que existe entre ellos; por lo que hay un amplio campo abierto a la investigación (entre otras empírica) a diferentes profesionales del cuerpo, tanto del deporte y el aprendizaje, como de la salud.

Un ejemplo son las pruebas de coordinación o agilidad, con tiempos de respuesta, grado de habilidad, etc. Para comprobar las adaptaciones del entrenamiento; y los tests de biofeedback (tests de láser y AR) como formas de identificar la calidad de la entrada y salida  de estímulos (input y output) en relación al trabajo con estos sistemas y capacidades, aportándonos información sobre lo que, en términos de relación y dinamismo, sucede en el interior del cuerpo y sus posibilidades de respuesta y aprendizaje.